Las 4 formulas internacionales para elevar la calidad de los profesores

lunes, 2 de junio de 2008

No existe una receta mágica. Pero la preocupación por los docentes es uno de los ejes centrales en países como Nueva Zelanda y Corea.

Katerine Pavez


01/06/2008 - 10:08

16 países de la OECD cuentan con tutorías a docentes novatos.

16 países de la OECD cuentan con tutorías a docentes novatos.

Por primera vez, el análisis de los datos a partir de los resultados del Simce 2007 confirmó lo que varios estudios internacionales venían revelando desde hace algún tiempo: que la calidad de los profesores es clave para el desempeño de los alumnos, incluso más que los recursos invertidos y el origen socioeconómico de las familias. En efecto, los estudiantes de colegios municipales que tuvieron a tres ó cuatro profesores con asignación de excelencia o calificados como "competentes" en la evaluación docente, lograron entre ocho y 15 puntos más que quienes estudiaron con profesores calificados como "básicos" o "insuficientes".

Algo que países con altos desempeños en pruebas internacionales ya lo tienen integrado a sus políticas de educación. Un claro ejemplo es Corea de Sur, que en los años 50 inició un agresivo plan de mejoramiento, apuntando precisamente a elevar la calidad de sus maestros. Y lo logró: en los resultados de Pisa 2006, ocupó el primer lugar en Lectura y el cuarto en Matemáticas. Estas son algunas de las medidas adoptadas por ese y otros países para mejorar el nivel de sus docentes.

UN AÑO DE TUTORÍAS

Los primeros años en el ejercicio de la docencia son llamados "de supervivencia", por las dificultades que experimentan los recién egresados en adaptar sus conocimientos al aula. Tanto, que cifras nacionales indican que el 10% de los profesores chilenos deserta del sistema escolar antes de los cinco años de trabajo. Por esta razón, en al menos 10 países de la Oecd -Inglaterra, Francia, Corea, entre otros- se exige que los recién egresados pasen por, al menos, un año de tutorías. Estas son realizadas por profesores con más experiencia y buenas calificaciones de la misma escuela. Según las investigaciones, esta experiencia no sólo mejora el desempeño del recién llegado, sino también el del profesor antiguo.

En Japón y Finlandia, grupos de profesores bien calificados visitan a otros en sus aulas y planifican las clases juntos, una vez a la semana. En Nueva Zelanda, además, se entrega un financiamiento extra a las escuelas por cada profesor inexperto que reciben, para que puedan, por ejemplo, enviarlos a seminarios.

En Escocia, los docentes reciben ayuda no sólo para hacer sus clases, sino también para planificarlas. En otros países, la tutoría no es obligatoria, sino que es responsabilidad de cada escuela o de cada estado. Es el caso de Australia, Canadá o Estados Unidos. Muchos de estos países no contratan definitivamente a los maestros hasta que pasan sus primeros años de prueba.

ELEVAR LOS SUELDOS

Pagar mejores remuneraciones no es siempre sinónimo de calidad escolar. Sin embargo, es una estrategia usada para atraer a buenos estudiantes a la profesión docente. En algunos países, la jugada ha demostrado ser útil, como es el caso de Corea, Alemania, Japón y Nueva Zelanda.

En Corea, por ejemplo, cada año el 5% mejor de cada promoción de egreso es reclutado casi automáticamente para trabajar en escuelas primarias y aunque sus salarios comienzan bajos, van creciendo a medida que el profesor certifica sus capacidades y adquiere experiencia, llegando a triplicarse. Una gran diferencia con Chile, donde el sueldo inicial es uno de los más altos de Latinoamérica, pero se mantiene prácticamente igual durante toda la carrera docente. Tanto que se calcula que, en promedio, un maestro chileno termina ganando sólo US$ 2 mil más, después de 30 años.

Y las expectativas de renta son claves para atraer a los mejores: En estos cuatro países, la tasa de profesores subcalificados en el sistema escolar es de 4% en comparación con el 10% de Estados Unidos, que se encuentra en el tercio más bajo en cuanto a nivel de salarios. En Chile, el 35% de los profesores resultó con calificación de "insatisfactorio" o "básico" en la última evaluación docente.

¿Simce: medición de calidad o estigmatización social?

domingo, 1 de junio de 2008

Esta semana se cumplió un ritual, la presentación de los resultados del SIMCE que nuevamente nos muestran la estratificación social de los logros en la educación obligatoria sin que logre explicarla.

No da cuenta que, por un lado, tenemos una educación municipalizada que se rige por el derecho público que la regula hasta en los detalles más mínimos, exponiéndose a sanción administrativa si se aleja de él; mientras que, por otro, existe una educación privada subvencionada por el Estado que recibe la misma cantidad de dinero por alumno, pero se rige por el principio del derecho privado, dentro del cual puede hacer todo lo que requiera, excepto lo que está prohibido.

Esta última no sólo puede escoger a los "mejores", sino también exigir a los padres un pago adicional mayor a la subvención, duplicando los recursos por alumno que percibe un establecimiento municipal. Como si esto fuera poco, ambas son evaluadas de la misma forma, aunque trabajen bajo marcos legales distintos.

El SIMCE, pese a notables mejoras, sigue siendo sucesor del PER, creado bajo el régimen militar, para que los padres escogieran la mejor escuela para sus hijos.

Durante años éste que ha sido presentado y visto como sistema de medición de calidad en educación, sin serlo ha arrojado resultados que revelan la estratificación social de nuestra educación, lo que llevó al ex ministro Sergio Bitar a decir: "la inequidad se nos metió en el sistema educacional", lo que ha sido así. En efecto, en la escuela se "realiza" el capital cultural que el niño trae desde su hogar.

A mayor capital cultural (y mientras más parecido sea éste al que el establecimiento exige), más probable es el incremento del logro escolar en los instrumentos de medición (que a su vez son construidos en la misma lógica cultural sobre la que descansa la escuela).

Por lo anterior, los resultados informados cada año nos dan cuenta de la realización del capital cultural en la escuela, más que de la calidad de la educación en sí. Para evidenciar verdaderamente calidad, el SIMCE debiera presentar los resultados en términos de valor agregado por recinto o, cuando menos, la progresión o disminución de logros entre una medición y otra.

Así, por años recibimos la noticia de que los establecimientos municipalizados son deficitarios y sus profesores malos, sin que esto sea verdad.

En ese contexto de estigmatización de lo público también culpamos a los profesores, sin analizar las erráticas políticas públicas sobre profesión docente. Durante la reforma educacional de Eduardo Frei M. se contrató como profesores básicos a miles de egresados de liceos a quienes sólo se les dio una pequeña formación; luego, en el Gobierno militar, no tuvieron posibilidad de perfeccionarse.

Hoy, pese a la obligatoriedad de someterse a acreditación, cualquier entidad puede seguir dictando la carrera aunque no apruebe Es más, la LGE propone que personas sin formación docente puedan hacer clases en subsectores afines a su profesión.

A excepción de lo que fue el Proyecto de Fortalecimiento de Formación Inicial y de los actuales programas de perfeccionamiento docente, no ha habido una política de Estado consistente, como la reclamada por los decanos de educación en carta a la Presidenta.

Así, lo más probable es que sigamos cada año buscando culpables donde no están o quejándonos de la calidad de la educación, basados en resultados de un instrumento que no la mide en plenitud, repitiendo declaraciones que también parecen ser recuerdo perverso de que no estamos interpretando bien lo que ocurre en educación.

Se hace urgente detenerse y reflexionar acerca de qué estamos haciendo realmente, en un área tan sensible para el futuro de nuestro país como Estado-Nación.

*Decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Concepción, miembro del Grupo de Expertos en Educación.
nombrado por la ministra de Educación Mónica Jiménez de la Jara y miembro Comisión SIMCE.

El cielo y el infierno en las escuelas pobres

Escuela Básica San Francisco de Asís: El intento de surgir

Matías va en quinto básico y cuando grande quiere ser profesor "porque así uno deja la enseñanza que le pasaron los profes cuando chico".

El año pasado dio el Simce y junto a sus compañeros obtuvo el mejor lugar entre los colegios que reciben a niños de más bajos recursos. El papá de Matías es jardinero y su mamá es dueña de casa. "Mis papás no me dan las respuestas de las tareas, pero me dicen cómo las puedo hacer", explica muy serio.

El apoyo de los papás es fundamental en el buen rendimiento escolar. "Los alumnos acá tienen muy buena asistencia porque los padres entienden la importancia de la educación", explica la directora, María Angélica Sandoval, que es profesora de matemáticas y tiene un postgrado en gestión educacional.

"Acá todos trabajamos juntos: papás, niños y profesores. Felizmente lo podemos hacer porque los papás son altamente respetuosos, pero esto no se puede hacer en todos los colegios", agrega y reconoce la difícil realidad de otros establecimientos.

La mayoría de los niños vive a pocas cuadras del colegio y pasa gran parte del día ahí, incluso después de clases. La escuela, que está en la población Hermanos Carrera, en la zona rural de Colina, es un lugar de encuentro porque tiene WiFi, una cancha de fútbol (que se llena de pozas en invierno) y amigos.

A LA QUINTA

Hoy, todos están contentos. A los niños les prometieron que si les iba bien en el Simce se ganaban un paseo a la playa. "Vamos a ir a Viña", dice Braulio con los ojos brillantes. Él también dio la prueba el año pasado y quiere ser carabinero. "La relación con los profes es buena. A veces llego con mala cara y me preguntan qué me pasa, además nos exigen harto para que uno pueda ser lo que quiera cuando grande", afirma Braulio.

El colegio es mixto y tiene 15 ó 20 alumnos por curso, desde prekinder a cuarto básico. Eso facilita el trabajo de los profesores y la educación es mucho más personalizada. "Los profes conocen a todos los niños y a todos los apoderados. Si un niño está mal se focalizan en él y lo tratan de ayudar", asegura Silvana Núñez, una apoderada. Saben la realidad de cada familia y se preocupan de la cara larga de cada alumno.

"En las casas de los chiquillos hay muchos problemas y eso afecta su rendimiento escolar, pero igual aprenden", explica Amparito Lobos, profesora de matemáticas de 4º y 8º básico. El año pasado llegó una sicóloga voluntaria que trabaja con los niños, profesores y padres.

Yesenia había repetido de curso, por lo que era mayor que sus demás compañeros y actuaba de manera violenta. "Era producto de sus problemas familiares, pero la sicóloga hizo un tratamiento con ella y su mamá", comenta la profesora. Ahora, en vez de pelear, asume responsabilidades y ayuda a sus compañeros.

SIMCE COMO PSU

Entre mayo y octubre, todos los niños de 4º y 8º básico van a reforzamiento los sábado en la mañana. A las 9 ya están en el colegio y se van a las 11 ó 12 del día. Ahí los reciben con algún desayuno rico. A veces una torta, otras veces chocolate.

"Tú motivas a los niños de manera muy simple y así logramos una alta asistencia los sábado", explica la directora, que además hace el reforzamiento de matemáticas. Les enseñan a responder el Simce de manera rápida, a familiarizarse con la prueba y refuerzan contenidos. Es igual a un preuniversitario. "Esto es como la PSU, hay que prepararlo", explica la directora.

Amparito Lobos es la profesora que les enseña matemáticas de lunes a viernes. Tiene un magíster en su área en la Universidad Andrés Bello, financiado a medias entre la Corporación y su bolsillo. Ahora va a un taller para el Simce. En este colegio los profesores tienen capacitación constante.

El año pasado casi todos tuvieron el privilegio. Siempre hay cursos que otorga la corporación y además tienen un convenio con la Universidad Andrés Bello.

La escuela tiene un notebook para cada profesor, 15 notebook para los alumnos, WiFi, y un datashow, un televisor y un DVD en cada sala. Todo auspiciado por la corporación municipal.

Como si fuera poco, en la página web de la institución cada profesor tiene un espacio de donde pueden bajar material para su ramo (pruebas, guías, dinámicas). Además tienen buenos horarios (de 08 a 16 horas), les pagan los sueldos a tiempo y les cotizan responsablemente. Es casi el sueño de todo profesor.

Pero no sólo la preparación pedagógica es importante para que un profesor sea bueno. Los profes de esta escuela concuerdan en que lo más importante es la vocación. "Las ganas, la empatía que tienes con los niños. Todo importa. A veces cansa trabajar con niños, pero a mí me encanta. Es mi profesión, es mi vida", comenta Sandoval.

PARA SER ALGUIEN

La JEC (Jornada Escolar Completa) no existe en esta escuela, pero la corporación municipal aplicó una extensión de la jornada escolar. Los niños salen de la escuela a las 15:30 y después de almorzar hacen talleres para fortalecer los distintos ramos o talleres deportivos y extraprogramáticos.

"Ahí aplican sus conocimientos. Hay una metodología más interactiva entre el profesor y los estudiantes, además de más autonomía de los alumnos", explica la directora.

Los niños de la Escuela San Francisco de Asís lo lograron. Sacaron los mejores puntajes en el Simce del año pasado, se ganaron un paseo a la playa y una celebración en el estadio municipal. En unos años más, la mayoría entrará a alguno de los liceos de Colina.

"Hay que estudiar para que podamos ser alguien en la vida y tener una profesión", concluye Matías con convicción. Y Braulio agrega sonriendo: "Uno se pone metas. Por ejemplo, en el Simce me propuse superar y lo superé".

Escuela Básica Manuel Rodríguez: La última oportunidad

En el patio principal de la Escuela Básica Manuel Rodríguez no hay arcos ni líneas de gol. Tampoco hay pelota. Los niños del tercero básico corren detrás de una botella plástica de Coca-Cola y la chutean sin puntería. Llegar hasta Erick, el chico que las hace de arquero, es una tarea titánica.

Los niños apenas pueden darle dos golpes seguidos a la botella y aún para Maradona sería difícil esquivar a las niñas que pasan corriendo entre ellos sin darse cuenta que invaden las baldosas que sugieren una cancha de fútbol.

El juego de ellas se llama quita-parejas. "Una tiene que tratar de quitarle la pareja a la otra", explica María Luisa, una dulce niña de cuarto básico que se echa a la boca su kojac, toma de la mano a Yanina y disimula el juego. "Y ella tiene que quitarle la pareja, ¿ve?".

María Luisa se saca el kojac para seguir hablando, Jesús pasa corriendo por su espalda y se lo roba. Le da unas lengüeteadas y lo devuelve. María Luisa no se conmueve y sigue su exposición.

Los chicos a su alrededor sólo la escuchan. "Si me gusta el colegio? Sí... no me aburro", dice. "¿Si me gusta la comida? No". "Es rica", la desafía Camilo. Hasta ese momento, Camilo, un niño de segundo básico de grandes ojos azules y una sonrisa inalterable, solo se había dedicado a tomar Coca-Cola. Su botella sería más tarde una nueva pelota para los niños de tercero.

Finalmente los niños acordaron que las lentejas de ese día estaban ricas y que la manzana de postre era mejor que el pan que a veces les toca al terminar el almuerzo. "Nos dan pan para llenar la barriga", explica María Luisa. "Es que cuando vienen muchos niños en la mañana, no alcanza postre en la tarde. Hoy no vivieron muchos, así que nos pudimos repetir las lentejas".

María Luisa es líder. Habla, mueve las manos y el resto la sigue con la mirada. "¿Profesora? No, yo quiero ser vendedora de un negocio de dulces", corrige la errada percepción: el dato era el kojac. Los demás la siguen. Belén, una pecosa de ojos azules de primero básico, quiere ser doctora de perritos, como el comercial que vio en la tele. Yanina quiere se carabinera. Y Camilo quiere vender zapatillas Adidas en el mall porque así, dice, va a ganar plata.

La conversación termina cuando asoman en el patio seis estudiantes de la Universidad Federico Santa María que una vez por semana realizan el taller "Seamos personas bacanes", un programa de Belén UC.

"Para ser bacanes ellos son violentos porque así es su mundo. Tenemos que cambiar eso para que sean líderes positivos y que se respeten", cuenta Macarena Molina. "¿Por qué en este colegio? Porque acá llegan los niños que nadie toma en cuenta".

La situación de los niños es "brígida", define Macarena. Brígida como la historia de Hugo, un niño que lloraba desconsoladamente cuando su papá volvió a la cárcel porque lo conoció a sus 9 años. "Él decía que sabía que su papá era malo, pero no le importaba No alcanzó a estar con él una semana".

Brígida como la pandilla del mismo Hugo: sus papás son narcotraficantes y su único modelo. Brígida como la "anécdota" de Polak: vio cómo sus papás intentaron suicidarse y llegó a contárselo a los "tíos" como quien cuenta un capítulo de "Los Simpson".

Macarena cuenta que estos niños saben mucho más de lo conveniente acerca de la vida, la delincuencia o la droga. Lo que no saben es lo que tienen que aprender. "Hay niños de cuarto básico que no saben leer. Tampoco saben cuestiones mínimas de higiene", dice la universitaria.

"Es que uno refuerza muchas cosas acá y en la casa se pierden de un plumazo", cuenta María Núñez, profesora que en la mañana tiene alumnos de quinto a octavo básico y en la tarde, de segundo básico. La mujer cuenta que los niños llevan una mochila demasiado pesada con las dificultades en el aprendizaje y el riesgo social. "Tenemos mamás con ocho meses de embarazo que consumen droga. Imagínese cómo llegan estos niños".

Estos niños llegan porque no pasaron las pruebas de selección de otras escuelas, porque fueron expulsados o porque sus papeles judiciales dicen que agredieron a algún profesor. "Nosotros hablamos con los chicos y les decimos que esta es su ultima oportunidad. Si no se enrielan aquí, el paso siguiente es la calle".

SQP

Carlos Mora Ojeda es profesor de la Universidad Técnica del Estado, de profesión, y sostenedor y director de la escuela, en la práctica. De números sabe lo suficiente para asegurar que si fuera una empresa, estaría en quiebra. Dice que está encalillado en varios millones y que los papás no pagan ni una chaucha. "Y si les cobráramos, tampoco pagarían".

La lista de problemas de la escuela es más larga que la de útiles escolares. No hay Jornada Escolar Completa no puede asegurar larga vida del colegio como exige la ley. Hay siete computadores que funcionan a medias y sin internet. Algunos profesores llegan tarde, corriendo o sin almorzar porque vienen de hacer clases en otras escuelas para llegar a fin de mes.

"¿Reforzamiento a los niños? El Estado nos daba plata para eso, pero ya no. Postulamos tarde el año pasado". Ni hablar de un sicopedagogo o asistente social. "No tenemos nada de eso. Las mamitas, porque los papás no existen, tienen que llevarlos al consultorio por su cuenta".

Los resultados del Simce no sorprendieron a Mora. "Con los elementos que tenemos, alumnos y apoderados, tendría que vivir en otro planeta para sorprenderme", dice. Los números del test son una anécdota; la escuela "aprueba" si logra romper el círculo de pobreza, droga y delincuencia, dice él. "Nosotros nos felicitamos con tener asistencia a clases. Llevamos 40 años en esta población y hemos salvado a algunos chiquillos. Tenemos ex alumnos que comercializan droga o están presos. Ojalá podamos salvar a más".

Los 100 mejores colegios de la decada

100 mejores colegios de la década en el Simce

Por segundo año consecutivo, La Tercera elabora un ranking con los establecimientos que durante los últimos 10 años han destacado por su rendimiento en las pruebas nacionales de lectura y matemáticas.

Elizabeth Simonsen


01/06/2008 - 09:36

El Instituto Nacional se ha ubicado siempre entre los 10 primeros colegios.

El Instituto Nacional se ha ubicado siempre entre los 10 primeros colegios.

Dos liceos emblemáticos y un establecimiento particular que ya tiene tradición de buen rendimiento. Esos son los que lideran la lista de los cien mejores colegios de la última década en el Simce: el liceo Carmela Carvajal de Prat, el Instituto Nacional y el Colegio Constitución, de la comuna del mismo nombre. Todos comparten el hecho de que cada vez que rinden el Simce logran ubicarse entre los primeros veinte.

Esta es la segunda vez que La Tercera realiza el ejercicio de evaluar los resultados de los últimos diez años de acuerdo con el rendimiento de los colegios en el test estandarizado que desde inicios de los '90 busca evaluar la calidad de la educación chilena.

El AVANCE DE LOS EMBLEMÁTICOS

Logró el primer lugar en la última versión del Simce de octavo año básico: 348,5 puntos. Y eso que tiene una de las poblaciones escolares más numerosas rindiendo el test, 223 alumnas evaluadas. Ello llevó al Liceo Carmela Carvajal de Prat a la primera posición en los últimos 10 años, después de ocupar la ubicación 14 en el ranking del año pasado. Aunque no se trata de algo que sorprenda, pues su rendimiento siempre ha sido sobresaliente. También ocupó la primera posición en la prueba de octavo básico de 2000, mientras que en las otras ocasiones siempre ha estado entre los 12 primeros.

Le sigue el Instituto Nacional, también con un grupo numeroso de alumnos -664 estudiantes en octavo y más de 700 en segundo medio-, siempre logra posiciones aventajadas: entre los diez primeros las siete veces que ha rendido el test de octavo básico o segundo medio. En el ranking del año pasado, este liceo se ubicó en el lugar 15. Son, junto con el Liceo 1 Javiera Carrera, los únicos exponentes municipales de una lista dominada por los establecimientos particulares.

PROFESORES ESPECIALIZADOS

Lo señalaron las propias autoridades del Mineduc el lunes 26 cuando entregaron los resultados: los colegios que tienen básica y media logran mejores resultados. Y el ranking de los cien mejores colegios de la década parece confirmar esta tendencia. Prácticamente ocho de cada diez colegios tiene enseñanza completa o, al menos, desde séptimo básico.

Según el análisis hecho por el propio Mineduc, una posible explicación está en que los colegios con enseñanza completa pueden destinar a profesores de educación media, y que se han especializado en un área, a impartir clases en los últimos cursos de la básica. Ello, en desmedro de los colegios que sólo tienen básica y donde la mayoría de sus docentes tiene una formación general. De hecho, más del 70% de los profesores que hacen clases en octavo básico en colegios con enseñanza completa y más del 90% en los liceos, son especialistas. En cambio, en los colegios sólo con básica, sólo el 7%.

LOS PEQUEÑOS GANAN TERRENO

Son relativamente jóvenes y han apostado por un proyecto educativo a pequeña escala, con no más de 25 alumnos por curso y que les permita atender las necesidades y ritmos de cada uno de sus alumnos. Y la fórmula, al parecer, les está dando resultado. Establecimientos como El Madrigal, Alemán de Villarrica, Internacional El Alba y San Jorge de Laja, figuran en posiciones aventajadas.

El Madrigal, por ejemplo, se trata de un establecimiento nacido al alero de otro proyecto exitoso, La Girouette, pero concebido sólo para albergar a la enseñanza básica, siendo un excepción entre los colegios particulares.

Aunque con enseñanza media, el espíritu del San Jorge de Laja es similar: en este establecimiento ligado a la CMPC, donde más del 50% de los alumnos es hijo de funcionarios de la empresa, sólo 11 alumnos rindieron el test en cuarto básico y 15 en octavo.

El CASO DEL FRANCISCO RAMÍREZ

Sólo cinco establecimientos de los cien mejores de la última década son particulares subvencionados. Varios son ya tradicionales en los rankings, como el Instituto Miguel León Prado, de San Miguel, y el Rubén Castro, de Viña del Mar. Pero uno destaca especialmente: el Francisco Ramírez, de la comuna de San Ramón, en Santiago. Sobresale no sólo porque logró el primer lugar en matemáticas en el último Simce de cuarto básico o porque haya sido sexto en la versión de cuarto básico de 2002, superando a colegios de larga trayectoria.

Sino también porque lo ha hecho derrumbando todos los supuestos en educación, como el que señala que la calidad de la enseñanza está ligada a los recursos invertidos y al nivel socioeconómico de las familias. Con ingresos familiares que no superan los $ 215 mil y con 45 alumnos por sala, este establecimiento logró posicionarse entre los mejores. Todo un motivo de orgullo para su fundadora, la profesora María Gatica Ramírez, quien llegó a Santiago a inicios de los '60. Hoy el establecimiento es administrado por su hijo, Francesco Cámpora, un prestigioso abogado, y dirigido por Cristina Barahona, a quien María Gatica formó.